domingo, 6 de noviembre de 2011

EL BAÑO

Lo hacía cada día…

Llegaba a casa,

Abría el grifo del agua caliente,

Se desnudaba con rabia, deprisa, como si con la ropa también se fueran los gritos, los agobios,

Las manos sucias en su cuerpo, las palabras pesadas e hirientes

El día, todo el gris del día…

El vapor lo inundaba todo,

No veía nada… y casi por intuición se sumergía desnuda para volver a nacer

Metía la cabeza y abría los ojos

Y esa imagen borrosa es más nítida que sus mañanas, que sus tardes, que su vida

Aguanta uno, dos, tres… y saca la cabeza con su rostro rojo marcado por la venas como las líneas de un mapa

Y vuelve uno, dos, tres, cuatro y… sale a la realidad fría, ahogada, que le roba el oxígeno que necesita para vivir bajo el agua…

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete… y sigue contando… hasta el final, para siempre… ya no habrá más mañanas opacas, ni tardes vacías, ni noches sin luna…

La imagen deja de ser borrosa, ahí está nítida, clara, la silueta perfecta de una sirena… de una suicida… de una sirena suicida, a la que el aire le ahogaba más que la muerte.