martes, 26 de abril de 2011

Superhéroes de un cómic infinito

Hoy hubieras cumplido 64 años, hoy habrías estado aquí y hubiéramos celebrado este día, quizá el día que más te gustaba del año junto a la Nochevieja, la cual siempre pasamos juntos.

Hoy recuerdo aventuras pasadas en las que los dos éramos los protagonistas, recuerdo yendo a buscarte después del colegio. Antes de ir a comer a casa me gustaba pasarme por tu tienda, darte un beso y esperarte para que me invitaras a un zumo de melocotón y un pincho de gamba con mahonesa en La Taurina, aquel bar en el que tantas risas te echabas y con las que yo también reía aunque la mayoría de las veces no entendía el porqué.
Recuerdo que después de darte ese beso de "ya estoy aquí" me dabas 300 pesetas para que fuera a comprarte el periódico al quiosco de arriba de la calle, yo iba corriendo y a tu diario añadía un cómic de superhéroes.... un día, y el siguiente, y el siguiente...

Viendo todos los tebeos que tengo en casa pienso sobre si algún día podría calcular todos los días que pasé por allí a darte ese beso y conseguir mi tebeo.

Uno de mis favoritos era "Batman y Robin", eran una pareja formidable, siempre cuidando uno del trasero del otro, siempre Batman enseñando a Robin todo lo que un superhéroe debe saber de la profesión. Siempre unidos, Robin deseaba ser algún día como Batman.

Tú eras Batman y yo el pequeño Robin.

A la memoria me viene un episodio en particular en el que Robin desaparece y le dan por muerto, recuerdo el triste silencio de Batman...y tuve que esperar dos largas semanas en saber como acabaría esa historia pero tras la dura espera una vez mas corrí hacia el kiosko y conseguí el siguiente número de la colección en el que Robin aparecía por fin en la ultima hoja, 35 páginas después.
Recuerdo la alegría de Batman y casi puedo recordar todo ese diálogo de unas 5 o 6 viñetas en la última página en las que Batman pedía al señor que eso no podía volver a pasar, que si alguien tenía que desaparecer de este mundo tenía que ser él mismo, que Robin aún tenía mucha vida por delante y mucho bien que hacer en este mundo. Muchas barreras que derribar, muchas experiencias que vivir...

Ese día ha llegado, y hoy soy Robin otra vez.
Siento que el mejor de los superhéroes se ha ido, siento que sin ti no puedo rellenar 36 páginas de aventuras cada dos semanas, que sin ti ya no vale la pena pelear contra el crimen ni seguir entrenando para ser más rápido, más ágil, para intentar un día ser casi tan valiente como tú, tan hombre como tú, tan persona como tú....

A veces pienso que vas a aparecer por ahí, detrás de una sombra como siempre hacías, y que me vas a mandar una sonrisa mientras quitas de en medio a un par de maleantes.

Me pregunto cómo todo esto ha pasado, cómo después de tantos malos momentos superados, de tantas heridas curadas nos ha podido pasar esto... pero esto es realidad, estoy aquí en frente del ordenador recordándote y desahogándome, hablando en pasado o condicional en vez de estar presente contigo en este día tan especial.

Y la realidad definitivamente es más dura que un puñetazo del villano más poderoso con el que jamás nos hayamos podido encontrar. La realidad dice que Robin comienza a pelear solo, que ya nunca va a escuchar tu voz, ni tu risa... que ya nunca podré tocarte ni abrazarte o besarte.

Pero Robin sabe que, como todo gran superhéroe, nunca morirás, que estás aquí conmigo, que aquí dentro de mí eres inmortal. Estás en mi corazón, en mi memoria, estás en mis gestos, estás en mi día a día, estás en estas lineas, sé que vas a estar ahí cuando necesite fuerzas, cuando esté perdido o agotado aparecerás con una de esas frases tuyas para recordarme lo que soy... recuerdo tantas cosas y todas tan bonitas y dulces que esa es la mayor fortaleza. Es la vida, es el amor, eres tú papá.

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